Segundas Vísperas VIERNES SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, solemnidad
VIERNES SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, solemnidad
Segundas Vísperas
Invocación inicial
V.Dios mío, ven en mi auxilio.
R.Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Mi Cristo, tú no tienes
la lóbrega mirada de la muerte.
Tus ojos no se cierran:
son agua limpia donde puedo verme.
Mi Cristo, tú no puedes
cicatrizar la llaga del costado:
un corazón tras ella
noches y días me estará esperando.
Mi Cristo, tú conoces
la intimidad oculta de mi vida.
Tú sabes mis secretos:
te los voy confesando día a día.
Mi Cristo, tú aleteas
con los brazos unidos al madero.
¡Oh valor que convida
a levantarse puro sobre el suelo!
Mi Cristo, tú sonríes
cuando te hieren, sordas, las espinas.
Si mi cabeza hierve,
haz, Señor, que te mire y te sonría.
Mi Cristo, tú que esperas
mi último beso darte ante la tumba.
También mi joven beso
descansa en ti de la incesante lucha. Amén.
Himno latino
Auctor beáte saéculi,
Christe, Redémptor ómnium,
lumen Patris de lúmine
Deúsque verus de Deo:
Amor coégit te tuus
mortále corpus súmere,
ut, novus Adam, rédderes
quod vetus ille abstúlerat:
Ille amor, almus ártifex
terræ marisque et síderum,
erráta patrum míserans
et nostra rumpens víncula.
Non corde discédat tuo
vis illa amóris íncliti:
hoc fonte gentes háuriant
remissiónis grátiam.
Ad hoc acérbam lánceam
passúmque ad hoc est vúlnera,
ut nos laváret sórdibus
unda fluénte et sánguino.
Iesu, tibi sit glória,
qui corde fundis grátiam,
cum Patre et almo Spíritu,
in sempitérna saécula. Amen.
Salmodia
Ant. 1. Somete, Señor, a tus enemigos con tu yugo llevadero.
Salmo 109, 1-5. 7
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sion extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Somete, Señor, a tus enemigos con tu yugo llevadero.
Ant. 2. El Señor es piadoso y clemente, él da alimento a sus fieles.
Salmo 110
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es piadoso y clemente, él da alimento a sus fieles.
Ant. 3. Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Cántico
Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Lectura breve
Ef 2, 4-7
Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo —por pura gracia estáis salvados—, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Responsorio
V.Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
R.Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
V.Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre.
R.Por su sangre.
V.Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
Cántico evangélico
Ant. Nos acogió el Señor en su seno y en su corazón, acordándose de la misericordia. Aleluya.
Magníficat
Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador;
porque ha mirado la humillación
de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho
obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido
a nuestros padres—
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nos acogió el Señor en su seno y en su corazón, acordándose de la misericordia. Aleluya.
Preces o intercesiones
V.Invoquemos, hermanos, a Jesús, que es nuestro descanso, y pidámosle:
R.Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.
1.Jesús, de tu corazón traspasado por la lanza salió sangre y agua, dando así nacimiento a tu esposa, la Iglesia;
—
haz que sea santa e inmaculada.
R.Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.
2.Jesús, templo sagrado de Dios, destruido por los hombres y levantado de nuevo por el Padre,
—
haz que la Iglesia sea verdadera morada del Altísimo.
R.Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.
3.Jesús, rey y centro de todos los corazones, que nos amas con amor eterno y nos atraes hacia ti, compadecido de nosotros,
—
renueva tu alianza con los hombres.
R.Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.
4.Jesús, paz y reconciliación nuestra, que hiciste las paces entre los hombres, uniéndolos en un solo hombre nuevo, y mediante la cruz diste muerte al odio,
—
haz que podamos acercarnos al Padre.
R.Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.
5.Jesús, vida y resurrección nuestra, alivio de los que están agobiados, en quien encontramos nuestro descanso,
—
atrae hacia ti a los pecadores.
R.Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.
Antes de la petición por los difuntos pueden añadirse intenciones particulares que concluyen con la respuesta propuesta más arriba.
R.Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.
6.Jesús, que, por el gran amor con que nos amaste, te sometiste incluso a la muerte de cruz,
—
resucita a todos los que han muerto en paz contigo.
R.Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.
Oración dominical
V.Y ahora digamos todos juntos la oración que Cristo, el Señor, nos ha enseñado:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Oración conclusiva
V.Dios todopoderoso, concede a quienes, alegrándonos en el Corazón de tu Hijo amado, recordamos los inmensos beneficios de su amor hacia nosotros, merecer recibir una inagotable abundancia de gracia de aquella fuente celestial de los dones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R.Amén.
Conclusión
1.En la recitación individual, o si el que preside no es un ministro ordenado, se concluye:
V.El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.
2.Si el que preside es un ministro ordenado, bendice al pueblo diciendo:
V.El Señor esté con vosotros.
R.Y con tu espíritu.
V.La paz de Dios,
que sobrepasa todo juicio,
custodie vuestros corazones
y vuestros pensamientos
en el conocimiento y el amor de Dios
y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R.Amén.
V.Y la bendición
de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
V.+
V.y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros
y os acompañe siempre.
R.Amén.
Si se despide a la asamblea se añade:
Podéis ir en paz.
R.Demos gracias a Dios.
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