Segundas Completas VIERNES SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, solemnidad

 VIERNES SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, solemnidad

Segundas Completas

Invocación inicial

V.Dios mío, ven en mi auxilio.

R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Examen de conciencia

En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada, que en la celebración comunitaria puede desarrollarse como en el acto penitencial de la misa:

El que preside dice:

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.

Todos examinan en silencio su conciencia. Después se prosigue con una de las fórmulas siguientes:

I

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, 

  obra y omisión.

Por mi culpa, por mi culpa, 

  por mi gran culpa.


Por eso ruego a santa María, 

  siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos

y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, 

  nuestro Señor.

Si preside la celebración un ministro, él solo dice la conclusión siguiente; en caso contrario, la dicen todos:

Dios todopoderoso 

tenga misericordia de nosotros, 

perdone nuestros pecados 

y nos lleve a la vida eterna.

R.Amén.

II

V.Señor, ten misericordia de nosotros.

R.Porque hemos pecado contra ti.

V.Muéstranos, Señor, tu misericordia.

R.Y danos tu salvación.

Si preside la celebración un ministro, él solo dice la conclusión siguiente; en caso contrario, la dicen todos:

Dios todopoderoso 

tenga misericordia de nosotros,

perdone nuestros pecados 

y nos lleve a la vida eterna.

R.Amén.

III

V.Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.

R.Señor, ten piedad.

V.Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.

R.Cristo, ten piedad.

V.Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R.Señor, ten piedad.

Si preside la celebración un ministro, él solo dice la conclusión siguiente; en caso contrario, la dicen todos:

Dios todopoderoso 

tenga misericordia de nosotros,

perdone nuestros pecados 

y nos lleve a la vida eterna.

R.Amén.

Himno

I [II]

Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.


Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad 

  lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.


Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.


Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. 

Amén.

II [II]

Gracias, porque al fin del día

podemos agradecerte

los méritos de tu muerte

y el pan de la eucaristía,

la plenitud de alegría

de haber vivido tu alianza,

la fe, el amor, la esperanza

y esta bondad en tu empeño

de convertir nuestro sueño

en una humilde alabanza.


Gloria al Padre, gloria al Hijo,

gloria al Espíritu Santo,

por los siglos de los siglos. Amén.

Himno latino

Te lucis ante términum,

rerum creátor, póscimus,

ut sólita cleméntia

sis præsul ad custódiam.


Te corda nostra sómnient,

te per sopórem séntiant,

tuámque semper glóriam

vicína luce cóncinant.


Vitam salúbrem tríbue,

nostrum calórem réfice,

tætram noctis calíginem

tua collústret cláritas.


Præsta, Pater omnípotens,

per Iesum Christum Dóminum,

qui tecum in perpétuum

regnat cum Sancto Spíritu. Amen.

Salmodia

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90

A la sombra del Omnipotente

Os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones (Lc 10, 19).

Tú que habitas al amparo del Altísimo,

que vives a la sombra del Omnipotente,

di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,

Dios mío, confío en ti».


Él te librará de la red del cazador,

de la peste funesta.

Te cubrirá con sus plumas,

bajo sus alas te refugiarás:

su brazo es escudo y armadura.


No temerás el espanto nocturno,

ni la flecha que vuela de día,

ni la peste que se desliza en las tinieblas,

ni la epidemia que devasta a mediodía.


Caerán a tu izquierda mil,

diez mil a tu derecha;

a ti no te alcanzará.


Nada más mirar con tus ojos,

verás la paga de los malvados,

porque hiciste del Señor tu refugio,

tomaste al Altísimo por defensa.


No se te acercará la desgracia,

ni la plaga llegará hasta tu tienda,

porque a sus ángeles ha dado órdenes

para que te guarden en tus caminos;


te llevarán en sus palmas,

para que tu pie no tropiece en la piedra;

caminarás sobre áspides y víboras,

pisotearás leones y dragones.


«Se puso junto a mí: lo libraré;

lo protegeré porque conoce mi nombre,

me invocará y lo escucharé.


Con él estaré en la tribulación,

lo defenderé, lo glorificaré,

lo saciaré de largos días

y le haré ver mi salvación».


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Lectura breve

Ap 22, 4-5


Verán al Señor cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

Responsorio

V.A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R.A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V.Tú, el Dios leal, nos librarás.

R.Encomiendo mi espíritu.

V.Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Cántico evangélico

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Nunc dimittis

Lc 2, 29-32

Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz.


Porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado 

  ante todos los pueblos:


luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Oración

V.Oremos.

Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz, y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R.Amén.

Conclusión

Luego, incluso cuando reza el Oficio una sola persona, se dice la siguiente bendición:

El Señor todopoderoso 

nos conceda una noche tranquila 

y una muerte santa.

R.Amén.

Antífonas finales a la Santísima Virgen María

Después se canta o se dice una de las siguientes antífonas:

I [IV]

Dios te salve, Reina 

  y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra;

Dios te salve.


A ti llamamos los desterrados 

  hijos de Eva;

a ti suspiramos, gimiendo y llorando,

en este valle de lágrimas.


Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros esos tus ojos 

  misericordiosos,

y, después de este destierro,

muéstranos a Jesús, 

  fruto bendito de tu vientre.


¡Oh clementísima, oh piadosa, 

  oh dulce Virgen María!

II [IV]

Madre del Redentor, virgen fecunda,

puerta del cielo siempre abierta,

estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza

y quiere levantarse.


Ante la admiración de cielo y tierra,

engendraste a tu santo Creador,

y permaneces siempre virgen.


Recibe el saludo del ángel Gabriel,

y ten piedad de nosotros, pecadores.

III [IV]

Salve, Reina de los cielos

y Señora de los ángeles;

salve, raíz; salve, puerta,

que dio paso a nuestra luz.


Alégrate, virgen gloriosa,

entre todas la más bella;

salve, oh hermosa doncella,

ruega a Cristo por nosotros.

IV [IV]

Bajo tu protección nos acogemos,

santa Madre de Dios;

no deseches las súplicas

que te dirigimos 

  en nuestras necesidades;

antes bien, líbranos siempre 

  de todo peligro,

oh Virgen gloriosa y bendita.


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