Oficio de lectura SÁBADO SAN JUSTINO, mártir, memoria obligatoria

 SÁBADO SAN JUSTINO, mártir, memoria obligatoria

Oficio de lectura

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la siguiente invocación; pero si empieza con el Invitatorio se omite.

Invocación inicial

V.Dios mío, ven en mi auxilio.

R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

Se puede tomar de Laudes o de Vísperas, según el momento del día en que se rece el Oficio de lectura.

Si se toma de Laudes:

Bello es el rostro de la luz, abierto

sobre el silencio de la tierra; bello

hasta cansar mi corazón, Dios mío.


Un pájaro remueve la espesura

y luego, lento, en el azul se eleva,

y el canto le sostiene y pacifica.


Así mi voluntad, así mis ojos

se levantan a ti; dame temprano

la potestad de comprender el día.


Despiértame, Señor, cada mañana,

hasta que aprenda a amanecer, Dios mío,

en la gran luz de la misericordia. Amén.

Si se toma de Vísperas:

¿Qué ves en la noche, 

dinos, centinela?


Dios como un almendro 

con la flor despierta; 

Dios que nunca duerme 

busca quien no duerma, 

y entre las diez vírgenes 

solo hay cinco en vela.


¿Qué ves en la noche, 

dinos, centinela?


Gallos vigilantes

que la noche alertan. 

Quien negó tres veces 

otras tres confiesa,

y pregona el llanto

lo que el miedo niega.


¿Qué ves en la noche, 

dinos, centinela?


Muerto le bajaban

a la tumba nueva. 

Nunca tan adentro 

tuvo al sol la tierra. 

Daba el monte gritos, 

piedra contra piedra.


¿Qué ves en la noche, 

dinos, centinela?


Vi los cielos nuevos

y la tierra nueva.

Cristo entre los vivos,

y la muerte muerta.

Dios en las criaturas,

¡y eran todas buenas! Amén.

Himno latino

Cuando el oficio de lectura se celebra durante el día:

Deus de nullo véniens, 

Deus de Deo pródiens, 

Deus ab his progrédiens, 

in nos veni subvéniens.


Tu nostrum desidérium, 

tu sis amor et gáudium;

in te nostra cupíditas

et sit in te iucúnditas.


Pater, cunctórum Dómine, 

cum Génito de Vírgine,

intus et in circúitu

nos rege Sancto Spíritu.


Meménto, sancta Trínitas, 

quod tua fecit bónitas, 

creándo prius hóminem, 

recreándo per sánguinem.


Nam quos creávit Únitas, 

redémit Christi cáritas; 

patiéndo tunc díligens,

nunc díligat nos éligens.


Tríadi sanctæ gáudium, 

pax, virtus et impérium, 

decus, omnipoténtia,

laus, honor, reveréntia. Amen.

Cuando el oficio de lectura se celebra durante la noche o de madrugada:

Lux ætérna, lumen potens, 

dies indefíciens,

debellátor atræ noctis, 

reparátor lúminis, 

destructórque tenebrárum, 

illustrátor méntium:


Quo nascénte suscitámur, 

quo vocánte súrgimus; 

faciénte quo beáti,

quo linquénte míseri;

quo a morte liberáti, 

quo sumus perlúcidi;


Mortis quo victóres facti 

noctis atque sæculi;

ergo nobis, rex ætérne, lucem illam tríbue,

quæ fuscátur nulla nocte, 

solo gaudens lúmine.


Honor Patri sit ac tibi, 

Sancto sit Spirítui,

Deo trino sed et uni, 

paci, vitæ, lúmini,

nómini præ cunctis dulci 

divinóque númini. Amen.

Salmodia

Ant. 1. El Señor los rescató de la opresión.

Salmo 77, 40-72

Bondad de Dios e infidelidad del pueblo a través de la historia de la salvación

Estas cosas sucedieron en figura para nosotros (1 Cor 10, 6).

IV

¡Qué rebeldes fueron en el desierto,

enojando a Dios en la estepa!

Volvían a tentar a Dios,

a irritar al Santo de Israel,

sin acordarse de aquella mano

que un día los rescató de la opresión:


cuando hizo prodigios en Egipto,

portentos en el campo de Soán;

cuando convirtió en sangre los canales

y los arroyos, para que no bebieran;


cuando les mandó tábanos que les picasen,

y ranas que los hostigasen;

cuando entregó a la langosta sus cosechas,

y al saltamontes el fruto de sus sudores;


cuando aplastó con granizo sus viñedos,

y con escarcha sus higueras;

cuando entregó sus ganados al pedrisco,

y al rayo sus rebaños;


cuando lanzó contra ellos el incendio de su ira,

su cólera, su furor, su indignación

y, despachando a los siniestros mensajeros,

dio curso libre a su ira:


no los salvó de la muerte,

entregó sus vidas a la peste;

cuando hirió a los primogénitos en Egipto,

a las primicias de la virilidad en las tiendas de Cam.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor los rescató de la opresión.

Ant. 2. Los hizo llegar el Señor hasta el monte que su diestra había adquirido.

V

Sacó como un rebaño a su pueblo,

los guió como un hato por el desierto,

los condujo seguros, sin alarmas,

mientras el mar cubría a sus enemigos;


los hizo entrar por las santas fronteras,

hasta el monte que su diestra había adquirido;

ante ellos rechazó a las naciones,

les asignó por suerte su heredad:

instaló en sus tiendas a las tribus de Israel.


Pero ellos tentaron al Dios Altísimo y se rebelaron,

negándose a guardar sus preceptos;

desertaron y traicionaron como sus padres,

fallaron como un arco engañoso;

con sus altozanos lo irritaban,

con sus ídolos provocaban sus celos.


Dios lo oyó y se indignó,

y rechazó totalmente a Israel;

abandonó su morada de Silo,

la tienda en que habitaba con los hombres;


abandonó sus valientes al cautiverio,

su orgullo a las manos enemigas;

entregó su pueblo a la espada,

encolerizado contra su heredad;


el fuego devoraba a los jóvenes,

y las novias ya no tenían cantos;

los sacerdotes caían a espada,

y sus viudas no los lloraban.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Los hizo llegar el Señor hasta el monte que su diestra había adquirido.

Ant. 3. Escogió a la tribu de Judá y eligió a David, su siervo, para pastorear a Israel, su heredad.

VI

Pero el Señor se despertó como de un sueño,

como un soldado vencido por el vino:

hirió al enemigo en la espalda,

infligiéndole una derrota perdurable.


Repudió las tiendas de José,

no escogió la tribu de Efraín;

escogió la tribu de Judá

y el monte Sion, su preferido.

Construyó su santuario como el cielo,

como a la tierra lo cimentó para siempre.


Escogió a David, su siervo,

lo sacó de los apriscos del rebaño;

de andar tras las ovejas, lo llevó

a pastorear a su pueblo, Jacob,

a Israel, su heredad.


Los pastoreó con corazón íntegro,

los guiaba con mano inteligente.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Escogió a la tribu de Judá y eligió a David, su siervo, para pastorear a Israel, su heredad.

Versículo

V.No dejamos de rezar a Dios por vosotros.

R.Y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad.

Primera lectura

Job 13, 13-14, 6

Job apela al juicio de Dios

Del libro de Job.

Respondiendo Job a sus amigos, dijo:


«Guardad silencio, que voy a hablar yo: venga lo que viniere, me lo jugaré todo, llevando en la palma mi vida, y, aunque me mate, lo aguantaré, con tal de defenderme en su presencia; esto sería ya mi salvación, pues el impío no comparece ante él.


Escuchad atentamente mis palabras, prestad oído a mi discurso: he preparado mi defensa y sé que soy inocente. ¿Quiere alguien contender conmigo? Porque callar ahora sería morir.


Asegúrame solo estas dos cosas, y no me esconderé de tu presencia: que mantendrás lejos de mí tu mano y que no me espantarás con tu terror; después acúsame, y yo te responderé, o hablaré yo, y tú me replicarás: ¿Cuántos son mis pecados y mis culpas?; demuéstrame mis delitos y pecados; ¿por qué te tapas la cara y me tratas como a tu enemigo?, ¿por qué asustas a una hoja que vuela y persigues la paja seca? Apuntas en mi cuenta rebeldías, me imputas las culpas de mi juventud y me metes los pies en cepos, vigilas todos mis pasos y examinas mis huellas.


El hombre, nacido de mujer, corto de días, harto de inquietudes, como flor se abre y se marchita, huye como la sombra sin parar; se consume como una cosa podrida, como vestido roído por la polilla. ¿Y en uno así clavas los ojos y lo llevas a juicio contigo? ¿Quién sacará lo puro de lo impuro? ¡Nadie!


Si sus días están definidos y sabes el número de sus meses, si le has puesto un límite infranqueable, aparta de él tu vista, para que descanse y disfrute de su paga como el jornalero».

Responsorio

Cf. Job 13, 20. 21; cf. Jer 10, 24

V.No me alejes, Señor, de tu presencia, mantén lejos de mí tu mano y no me espantes con tu terror.

R.No me alejes, Señor, de tu presencia, mantén lejos de mí tu mano y no me espantes con tu terror.

V.Corrígeme, Señor, con misericordia, no con ira, no vaya a quedar reducido a la nada.

R.Y no me espantes con tu terror.

Segunda lectura

Sigo las verdaderas doctrinas de los cristianos

De las Actas del martirio de san Justino y compañeros.

(Caps. 1-5: cf. PG 6, 1366-1371)


Apresados los santos, fueron conducidos ante el prefecto de Roma, de nombre Rústico. Llegados ante el tribunal, el prefecto Rústico dijo a Justino:


«Ante todo cree en los dioses y obedece a los emperadores».


Justino contestó:


«El hecho de que obedezcamos los preceptos de nuestro Salvador Jesucristo no puede ser objeto ni de acusación ni de detención».


 Rústico replicó:


«¿Qué doctrinas profesas?»


Justino dijo:


«Me he esforzado por conocer todas las doctrinas, y sigo las verdaderas doctrinas de los cristianos aunque desagrade a aquellos que son presa de sus errores».


Rústico replicó:


«¿Estas doctrinas te agradan a ti, desgraciado?»


Justino contestó:


«Sí, porque profeso la verdadera doctrina siguiendo a los cristianos».


Rústico preguntó:


«¿Qué doctrinas son esas?»


Justino contestó:


«Adoramos al Dios de los cristianos, que es uno, y creador y artífice de todo el universo, de las cosas visibles e invisibles; creemos en nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios, anunciado por los profetas como el que había de venir al género humano, mensajero de salvación y maestro de insignes discípulos. Yo soy un hombre indigno para poder hablar adecuadamente de su infinita divinidad; reconozco que para hablar de él es necesaria la virtud profética, pues fue profetizado, como te dije, que este, de quien he hablado, es el Hijo de Dios. Yo sé que los profetas que vaticinaron su venida a los hombres recibían su inspiración del cielo».


Rústico preguntó:


«¿Luego tú eres cristiano?»


Justino respondió:


«Sí, soy cristiano».


El prefecto dijo a Justino:


«Escucha, tú que te las das de saber y conocer las verdaderas doctrinas; si después de azotado mando que te corten la cabeza, ¿crees que subirás al cielo?»


Justino contestó:


«Espero que entraré en la casa del Señor si soporto todo lo que tú dices; pues sé que a todos los que vivan rectamente les está reservada la recompensa divina hasta el fin de los siglos».


El prefecto Rústico preguntó:


«Así, pues, ¿te imaginas que cuando subas al cielo recibirás la justa recompensa?»


Justino contestó:


«No me lo imagino, sino que lo sé y estoy cierto».


El prefecto Rústico dijo:


«Vamos al asunto que nos interesa y nos apremia. Poneos de acuerdo y sacrificad a los dioses».


Justino respondió:


«Nadie, a no ser por un extravío de su razón, pasa de la piedad a la impiedad».


Rústico replicó:


«Si no hacéis lo que os mandamos, seréis torturados sin misericordia».


Justino contestó:


«Es nuestro deseo más ardiente el sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo, para ser salvados. Este sufrimiento nos dará la salvación y la confianza ante el tribunal de nuestro Señor y Salvador, que será universal y más terrible que este».


Igualmente, los otros mártires dijeron:


«Haz lo que quieras; somos cristianos y no sacrificaremos a los ídolos».


El prefecto Rústico pronunció la sentencia, diciendo:


«Por no haber querido sacrificar a los dioses ni obedecer la orden del emperador, que sean azotados y conducidos al suplicio, para sufrir la pena capital de acuerdo con las leyes».


Los santos mártires, glorificando a Dios, fueron conducidos al lugar acostumbrado; allí fueron decapitados y consumaron su martirio en la confesión de nuestro Señor Jesucristo.

Responsorio

Hch 20, 21. 24; Rom 1, 16

V.No he ahorrado medio alguno para predicar la fe en nuestro Señor Jesucristo. No me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios.

R.No he ahorrado medio alguno para predicar la fe en nuestro Señor Jesucristo. No me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios.

V.Porque yo no me avergüenzo del Evangelio: es fuerza de salvación de Dios para todo el que cree, primero para el judío, pero también para el griego.

R.No me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios.

Oración conclusiva

V.Oremos.

Oh, Dios, que por medio de la locura de la cruz enseñaste de modo admirable la incomparable sabiduría de Jesucristo al mártir san Justino, concédenos, por su intercesión, alejados los errores que nos cercan, conseguir la firmeza de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R.Amén.

Conclusión

Luego, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.Bendigamos al Señor.

R.Demos gracias a Dios.

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