Laudes SÁBADO SAN JUSTINO, mártir, memoria obligatoria

 SÁBADO SAN JUSTINO, mártir, memoria obligatoria

Laudes

Si las Laudes empiezan con el Invitatorio se omite la siguiente invocación y se dice el himno.

Invocación inicial

V.Dios mío, ven en mi auxilio.

R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

Bello es el rostro de la luz, abierto

sobre el silencio de la tierra; bello

hasta cansar mi corazón, Dios mío.


Un pájaro remueve la espesura

y luego, lento, en el azul se eleva,

y el canto le sostiene y pacifica.


Así mi voluntad, así mis ojos

se levantan a ti; dame temprano

la potestad de comprender el día.


Despiértame, Señor, cada mañana,

hasta que aprenda a amanecer, Dios mío,

en la gran luz de la misericordia. Amén.

Himno latino

Diéi luce réddita,

lætis gratísque vócibus

Dei canámus glóriam,

Christi faténtes grátiam,


Per quem creátor ómnium

diem noctémque cóndidit,

ætérna lege sánciens

ut semper succédant sibi.


Tu vera lux fidélium,

quem lex vetérna non tenet,

noctis nec ortu súccidens,

ætérno fulgens lúmine.


Præsta, Pater ingénite,

totum ducámus iúgiter

Christo placéntes hunc diem

Sancto repléti Spíritu. Amen.

Salmodia

Ant. 1. Es bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.

Salmo 91

Alabanza del Dios creador

Este salmo canta las maravillas realizadas en Cristo (S. Atanasio).


Es bueno dar gracias al Señor

y tocar para tu nombre, oh Altísimo,

proclamar por la mañana tu misericordia

y de noche tu fidelidad,

con arpas de diez cuerdas y laúdes,

sobre arpegios de cítaras.


Tus acciones, Señor, son mi alegría,

y mi júbilo, las obras de tus manos.

¡Qué magníficas son tus obras, Señor,

qué profundos tus designios!

El ignorante no los entiende

ni el necio se da cuenta.


Aunque germinen como hierba los malvados

y florezcan los malhechores,

serán destruidos para siempre.

Tú, en cambio, Señor,

eres excelso por los siglos.


Porque tus enemigos, Señor, perecerán,

los malhechores serán dispersados;

pero a mí me das la fuerza de un búfalo

y me unges con aceite nuevo.

Mis ojos despreciarán a mis enemigos,

mis oídos escucharán su derrota.


El justo crecerá como una palmera,

se alzará como un cedro del Líbano:

plantado en la casa del Señor,

crecerá en los atrios de nuestro Dios;


en la vejez seguirá dando fruto

y estará lozano y frondoso,

para proclamar que el Señor es justo,

que en mi Roca no existe la maldad.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Es bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.

Ant. 2. Os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo.

Cántico

Ez 36, 24-28

Dios renovará a su pueblo

Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios (Ap 21, 3).


Os recogeré de entre las naciones,

os reuniré de todos los países,

y os llevaré a vuestra tierra.


Derramaré sobre vosotros un agua pura

que os purificará:

de todas vuestras inmundicias e idolatrías

os he de purificar;

y os daré un corazón nuevo,

y os infundiré un espíritu nuevo;

arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,

y os daré un corazón de carne.


Os infundiré mi espíritu,

y haré que caminéis según mis preceptos,

y que guardéis y cumpláis mis mandatos.


Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.

Vosotros seréis mi pueblo,

y yo seré vuestro Dios.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo.
Ant. 3. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado tu alabanza.

Salmo 8

Majestad del Señor y dignidad del hombre

Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo (Ef 1, 22).


Señor, dueño nuestro,

¡qué admirable es tu nombre

en toda la tierra!


Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.

De la boca de los niños de pecho

has sacado una alabanza contra tus enemigos,

para reprimir al adversario y al rebelde.


Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,

la luna y las estrellas que has creado,

¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,

el ser humano, para darle poder?


Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y dignidad,

le diste el mando sobre las obras de tus manos,

todo lo sometiste bajo sus pies:


rebaños de ovejas y toros,

y hasta las bestias del campo,

las aves del cielo, los peces del mar,

que trazan sendas por el mar.


Señor, dueño nuestro,

¡qué admirable es tu nombre

en toda la tierra!


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado tu alabanza.

Lectura breve

2 Pe 3, 13-15a


Nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables. Considerad que la paciencia de Dios es nuestra salvación.

Responsorio

V.Te aclamarán mis labios, Señor.

R.Te aclamarán mis labios, Señor.

V.Mi lengua recitará tu auxilio.

R.Mis labios, Señor.

V.Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.Te aclamarán mis labios, Señor.

Cántico evangélico

Ant. En toda oblación alabamos al Creador del universo por medio de Jesucristo, su Hijo, y del Espíritu Santo.

Benedictus

Lc 1, 68-79

El Mesías y Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado 

  y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación 

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas.


Es la salvación que nos libra 

  de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró 

  a nuestro padre Abrahán.


Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.


Y a ti, niño, te llamarán profeta 

  del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.


Por la entrañable misericordia 

  de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tinieblas

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En toda oblación alabamos al Creador del universo por medio de Jesucristo, su Hijo, y del Espíritu Santo.

Preces para consagrar a Dios el día y el trabajo

V.Adoremos a Dios, que por su Hijo ha dado vida y esperanza al mundo, y supliquémosle, diciendo:

R.Escúchanos, Señor.

1.Señor, Padre de todos, que nos has hecho llegar al comienzo de este día,

haz que toda nuestra vida, unida a la de Cristo, sea alabanza de tu gloria.

R.Escúchanos, Señor.

2.Que vivamos siempre arraigados en la fe, esperanza y caridad

que tú mismo has infundido en nuestras almas.

R.Escúchanos, Señor.

3.Haz que nuestros ojos estén siempre levantados hacia ti,

para que respondamos con presteza a tus llamadas.

R.Escúchanos, Señor.

4.Defiéndenos de los engaños y seducciones del mal,

y preserva nuestros pasos de todo pecado.

R.Escúchanos, Señor.

Pueden añadirse intenciones particulares que concluyen con la respuesta propuesta más arriba.

R.Escúchanos, Señor.

Oración dominical

V.Contentos por sabernos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre:


Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra 

  como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación

y líbranos del mal.

Oración conclusiva

V.Oh, Dios, que por medio de la locura de la cruz enseñaste de modo admirable la incomparable sabiduría de Jesucristo al mártir san Justino, concédenos, por su intercesión, alejados los errores que nos cercan, conseguir la firmeza de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R.Amén.

Conclusión

1.En la recitación individual, o si el que preside no es un ministro ordenado, se concluye:

V.El Señor nos bendiga, 

  nos guarde de todo mal

y nos lleve a la vida eterna.

R.Amén.

2.Si el que preside es un ministro ordenado, bendice al pueblo diciendo:

V.El Señor esté con vosotros.

R.Y con tu espíritu.

V.La paz de Dios, 

  que sobrepasa todo juicio, 

custodie vuestros corazones 

  y vuestros pensamientos 

en el conocimiento y el amor de Dios 

y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R.Amén.

V.Y la bendición 

  de Dios todopoderoso, 

Padre, Hijo

V.+

V.y Espíritu Santo,

descienda sobre vosotros 

  y os acompañe siempre.

R.Amén.

Si se despide a la asamblea se añade:

Podéis ir en paz.

R.Demos gracias a Dios.


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