Laudes XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Laudes

Si las Laudes empiezan con el Invitatorio se omite la siguiente invocación y se dice el himno.

Invocación inicial

V.Dios mío, ven en mi auxilio.

R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

Cristo,

alegría del mundo,

resplandor de la gloria del Padre.

¡Bendita la mañana

que anuncia tu esplendor al universo!


En el día primero,

tu resurrección alegraba

el corazón del Padre.


En el día primero,

vio que todas las cosas eran buenas

porque participaban de tu gloria.


La mañana celebra

tu resurrección y se alegra

con claridad de Pascua.


Se levanta la tierra

como un joven discípulo en tu busca,

sabiendo que el sepulcro está vacío.


En la clara mañana,

tu sagrada luz se difunde

como una gracia nueva.


Que nosotros vivamos

como hijos de luz y no pequemos

contra la claridad de tu presencia.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 

Como era en un principio, ahora y siempre 

por los siglos de los siglos. Amén.

Himno latino

Ætérne rerum cónditor,

noctem diémque qui regis,

et témporum das témpora

ut álleves fastídium,


Præco diéi iam sonat,

noctis profúndæ pérvigil,

noctúrna lux viántibus

a nocte noctem ségregans.


Hoc excitátus lúcifer

solvit polum calígine;

hoc omnis errónum chorus

vias nocéndi déserit.


Hoc nauta vires cólligit

pontíque mitéscunt freta;

hoc, ipse Petra Ecclésiæ,

canénte, culpam díluit.


Iesu, labántes réspice

et nos vidéndo córrige;

si réspicis, lapsus cadunt

fletúque culpa sólvitur.


Tu, lux, refúlge sénsibus

mentísque somnum díscute;

te nostra vox primum sonet

et vota solvámus tibi.


Sit, Christe, rex piíssime,

tibi Patríque glória

cum Spíritu Paráclito,

in sempitérna saécula. Amen.

Ant. 1. El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.

Salmo 92

Gloria del Dios creador

Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias (Ap 19, 6. 7).


El Señor reina, vestido de majestad,

el Señor, vestido y ceñido de poder:

así está firme el orbe y no vacila.


Tu trono está firme desde siempre,

y tú eres eterno.


Levantan los ríos, Señor,

levantan los ríos su voz,

levantan los ríos su fragor;


pero más que la voz de aguas caudalosas,

más potente que el oleaje del mar,

más potente en el cielo es el Señor.


Tus mandatos son fieles y seguros;

la santidad es el adorno de tu casa,

Señor, por días sin término.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.

Ant. 2. Eres alabado, Señor, y ensalzado por los siglos. Aleluya.

Cántico

Dan 3, 57-88. 56

Toda la creación alabe al Señor

Alabad al Señor, sus siervos todos (Ap 19, 5).


Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.


Ángeles del Señor, bendecid al Señor;

cielos, bendecid al Señor.


Aguas del espacio, bendecid al Señor;

ejércitos del Señor, bendecid al Señor.


Sol y luna, bendecid al Señor;

astros del cielo, bendecid al Señor.


Lluvia y rocío, bendecid al Señor;

vientos todos, bendecid al Señor.


Fuego y calor, bendecid al Señor;

fríos y heladas, bendecid al Señor.


Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;

témpanos y hielos, bendecid al Señor.


Escarchas y nieves, bendecid al Señor;

noche y día, bendecid al Señor.


Luz y tinieblas, bendecid al Señor;

rayos y nubes, bendecid al Señor.


Bendiga la tierra al Señor,

ensálcelo con himnos por los siglos.


Montes y cumbres, bendecid al Señor;

cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.


Manantiales, bendecid al Señor;

mares y ríos, bendecid al Señor.


Cetáceos y peces, bendecid al Señor;

aves del cielo, bendecid al Señor.


Fieras y ganados, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.


Hijos de los hombres, bendecid al Señor;

bendiga Israel al Señor.


Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;

siervos del Señor, bendecid al Señor.


Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;

santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.


Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.


Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,

ensalcémoslo con himnos por los siglos.


Bendito el Señor en la bóveda del cielo,

alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Al final de este cántico no se dice "Gloria al Padre".

Ant. Eres alabado, Señor, y ensalzado por los siglos. Aleluya.

Ant. 3. Alabad al Señor en el cielo. Aleluya. *

Salmo 148

Alabanza del Dios creador

Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos (Ap 5, 13).


Alabad al Señor en el cielo,

* alabad al Señor en lo alto.


Alabadlo, todos sus ángeles;

alabadlo, todos sus ejércitos.


Alabadlo, sol y luna;

alabadlo, estrellas lucientes.


Alabadlo, espacios celestes

y aguas que cuelgan en el cielo.


Alaben el nombre del Señor,

porque él lo mandó, y existieron.


Les dio consistencia perpetua

y una ley que no pasará.


Alabad al Señor en la tierra,

cetáceos y abismos del mar,


rayos, granizo, nieve y bruma,

viento huracanado que cumple sus órdenes,


montes y todas las sierras,

árboles frutales y cedros,


fieras y animales domésticos,

reptiles y pájaros que vuelan.


Reyes y pueblos del orbe,

príncipes y jefes del mundo,


los jóvenes y también las doncellas,

los viejos junto con los niños,


alaben el nombre del Señor,

el único nombre sublime.


Su majestad sobre el cielo y la tierra;

él acrece el vigor de su pueblo.


Alabanza de todos sus fieles,

de Israel, su pueblo escogido.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alabad al Señor en el cielo. Aleluya.

Lectura breve

Ez 37, 12b-14


Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra, y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago». Oráculo del Señor.

Responsorio

V.Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

R.Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

V.Tú que estás sentado a la derecha del Padre.

R.Ten piedad de nosotros.

V.Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

Cántico evangélico

Ant. El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo.

O bien, en el presente año B se puede utilizar la siguiente antífona:

El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza, que es la semilla más pequeña, pero, al sembrarla, brota y se hace más alta que las demás hortalizas.

Benedictus

Lc 1, 68-79

El Mesías y Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado 

  y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación 

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas.


Es la salvación que nos libra 

  de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró 

  a nuestro padre Abrahán.


Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.


Y a ti, niño, te llamarán profeta 

  del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.


Por la entrañable misericordia 

  de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tinieblas

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo.

O bien, en el presente año B se puede utilizar la siguiente antífona:

El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza, que es la semilla más pequeña, pero, al sembrarla, brota y se hace más alta que las demás hortalizas.

Preces para consagrar a Dios el día y el trabajo

V.Invoquemos a Dios Padre, que, por mediación de su Hijo, envió el Espíritu Santo, para que con su luz santísima penetrara las almas de sus fieles, y digámosle:

R.Ilumina, Señor, a tu pueblo.

1.Te bendecimos, Señor, a ti que eres nuestra luz,

y te pedimos que este domingo que ahora comenzamos transcurra todo él consagrado a tu alabanza.

R.Ilumina, Señor, a tu pueblo.

2.Tú que, por la resurrección de tu Hijo, quisiste iluminar el mundo,

haz que tu Iglesia difunda entre todos los hombres la alegría pascual.

R.Ilumina, Señor, a tu pueblo.

3.Tú que, por el Espíritu de la verdad, adoctrinaste a los discípulos de tu Hijo,

envía este mismo Espíritu a tu Iglesia, para que permanezca siempre fiel a ti.

R.Ilumina, Señor, a tu pueblo.

4.Tú que eres luz para todos los hombres, acuérdate de los que viven aún en las tinieblas

y abre los ojos de su mente para que te reconozcan a ti, único Dios verdadero.

R.Ilumina, Señor, a tu pueblo.

Pueden añadirse intenciones particulares que concluyen con la respuesta propuesta más arriba.

R.Ilumina, Señor, a tu pueblo.


Oración dominical

V.Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto, nos atrevemos a decir:


Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra 

  como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación

y líbranos del mal.

Oración conclusiva

V.Oh, Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha con bondad nuestras súplicas y, pues sin ti nada puede la fragilidad de nuestra naturaleza, concédenos siempre la ayuda de tu gracia, para que, al poner en práctica tus mandamientos, te agrademos con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R.Amén.

Conclusión

1.En la recitación individual, o si el que preside no es un ministro ordenado, se concluye:

V.El Señor nos bendiga, 

  nos guarde de todo mal

y nos lleve a la vida eterna.

R.Amén.

2.Si el que preside es un ministro ordenado, bendice al pueblo diciendo:

V.El Señor esté con vosotros.

R.Y con tu espíritu.

V.La paz de Dios, 

  que sobrepasa todo juicio, 

custodie vuestros corazones 

  y vuestros pensamientos 

en el conocimiento y el amor de Dios 

y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R.Amén.

V.Y la bendición 

  de Dios todopoderoso, 

Padre, Hijo

V.+

V.y Espíritu Santo,

descienda sobre vosotros 

  y os acompañe siempre.

R.Amén.

Si se despide a la asamblea se añade:

Podéis ir en paz.

R.Demos gracias a Dios.


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