Laudes DULCE NOMBRE DE MARÍA, memoria libre

 DULCE NOMBRE DE MARÍA, memoria libre

Laudes

Si las Laudes empiezan con el Invitatorio se omite la siguiente invocación y se dice el himno.

Invocación inicial

V.Dios mío, ven en mi auxilio.

R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

Autor del cielo y el suelo,

que, por dejarlas más claras,

las grandes aguas separas,

pones un límite al hielo.

Tú que das cauce al riachuelo

y alzas la nube a la altura,

tú que en cristal de frescura

sueltas las aguas del río

sobre las tierras de estío,

sanando su quemadura,

danos tu gracia, piadoso,

para que el viejo pecado

no lleve al hombre engañado

a sucumbir a su acoso.

Hazle en la fe luminoso,

alegre en la austeridad,

y hágale tu claridad

salir de sus vanidades;

dale, Verdad de verdades,

el amor a tu verdad. Amén.

Himno latino

Sol ecce surgit ígneus:

piget, pudéscit, paénitet,

nec teste quisquam lúmine

peccáre constánter potest.


Tandem facéssat caécitas,

quæ nosmet in præceps diu

lapsos sinístris gréssibus

erróre traxit dévio.


Hæc lux serénum cónferat

purósque nos præstet sibi;

nihil loquámur súbdolum,

volvámus obscúrum nihil.


Sic tota decúrrat dies,

ne lingua mendax, ne manus

oculíve peccent lúbrici,

ne noxa corpus ínquinet.


Speculátor astat désuper,

qui nos diébus ómnibus

actúsque nostros próspicit

a luce prima in vésperum.


Deo Patri sit glória

eiúsque soli Fílio

cum Spíritu Paráclito,

in sempitérna saécula. Amen.

Salmodia

Ant. 1. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Salmo 86

“Himno a Jerusalén, madre de todos los pueblos”

La Jerusalén de arriba es libre; esa es nuestra madre (Gál 4, 26).


Él la ha cimentado sobre el monte santo; 

y el Señor prefiere las puertas de Sion 

a todas las moradas de Jacob.


¡Qué pregón tan glorioso para ti,

ciudad de Dios!

«Contaré a Egipto y a Babilonia

entre mis fieles;

filisteos, tirios y etíopes

han nacido allí».


Se dirá de Sion: «Uno por uno

todos han nacido en ella;

el Altísimo en persona la ha fundado».


El Señor escribirá en el registro de los pueblos:

«Este ha nacido allí».

Y cantarán mientras danzan:

«Todas mis fuentes están en ti».


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Ant. 2. El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede.

Cántico

Is 40, 10-17

“El buen pastor es el Dios altísimo y sapientísimo”

Mira, llego en seguida y traigo conmigo mi salario (Ap 22, 12).


Mirad, el Señor Dios llega con poder,

y su brazo manda.

Mirad, viene con él su salario,

y su recompensa lo precede.


Como un pastor que apacienta el rebaño,

su brazo lo reúne,

toma en brazos los corderos

y hace recostar a las madres.


¿Quién ha medido a puñados el mar

o mensurado a palmos el cielo,

o a cuartillos el polvo de la tierra?


¿Quién ha pesado en la balanza los montes

y en la báscula las colinas?

¿Quién ha medido el aliento del Señor?

¿Quién le ha sugerido su proyecto?


¿Con quién se aconsejó para entenderlo,

para que le enseñara el camino exacto,

para que le enseñara el saber

y le sugiriese el método inteligente?


Mirad, las naciones son gotas de un cubo

y valen lo que el polvillo de balanza.

Mirad, las islas pesan lo que un grano,

el Líbano no basta para leña,

sus fieras no bastan para el holocausto.


En su presencia, las naciones todas

como si no existieran,

valen para él nada y vacío.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede.

Ant. 3. Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.

Salmo 98

“Santo es el Señor, nuestro Dios”

Tú, Señor, que estás sentado sobre querubines, restauraste el mundo caído, cuando te hiciste semejante a nosotros (S. Atanasio).


El Señor reina, tiemblen las naciones;

sentado sobre querubines, vacile la tierra.


El Señor es grande en Sion,

encumbrado sobre todos los pueblos.

Reconozcan tu nombre, grande y terrible:

Él es santo.


Reinas con poder y amas la justicia,

tú has establecido la rectitud;

tú administras la justicia y el derecho,

tú actúas en Jacob.


Ensalzad al Señor, Dios nuestro,

postraos ante el estrado de sus pies:

él es santo.


Moisés y Aarón con sus sacerdotes,

Samuel con los que invocan su nombre,

invocaban al Señor, y él respondía.

Dios les hablaba desde la columna de nube;

oyeron sus mandatos y la ley que les dio.


Señor, Dios nuestro, tú les respondías,

tú eras para ellos un Dios de perdón,

y un Dios vengador de sus maldades.


Ensalzad al Señor, Dios nuestro;

postraos ante su monte santo:

Santo es el Señor, nuestro Dios.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.

Lectura breve

1 Pe 4, 10-11


Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios. El que toma la palabra, que hable Palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo.

Responsorio

V.Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

R.Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

V.Guardaré tus leyes.

R.Respóndeme, Señor.

V.Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

Cántico evangélico

Ant. Sirvamos al Señor con santidad, y nos librará de nuestros enemigos.

Benedictus

Lc 1, 68-79

“El Mesías y Precursor”

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado 

  y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación 

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas.


Es la salvación que nos libra 

  de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró 

  a nuestro padre Abrahán.


Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.


Y a ti, niño, te llamarán profeta 

  del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.


Por la entrañable misericordia 

  de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tinieblas

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sirvamos al Señor con santidad, y nos librará de nuestros enemigos.

Preces para consagrar a Dios el día y el trabajo

V.Demos gracias al Señor, que dirige y guía con amor a su pueblo, y digámosle:

R.Gloria a ti, Señor, por los siglos.

1.Padre clementísimo, te alabamos por tu amor,

porque de manera admirable nos creaste, y más admirablemente aún nos redimiste.

R.Gloria a ti, Señor, por los siglos.

2.Al comenzar este nuevo día, pon en nuestros corazones el anhelo de servirte,

para que te glorifiquemos en todos nuestros pensamientos y acciones.

R.Gloria a ti, Señor, por los siglos.

3.Purifica nuestros corazones de todo mal deseo,

y haz que estemos siempre atentos a tu voluntad.

R.Gloria a ti, Señor, por los siglos.

4.Danos un corazón abierto a las necesidades de nuestros hermanos,

para que a nadie falte la ayuda de nuestro amor.

R.Gloria a ti, Señor, por los siglos.

Pueden añadirse intenciones particulares que concluyen con la respuesta propuesta más arriba.

R.Gloria a ti, Señor, por los siglos.

Oración dominical

V.Acudamos ahora a nuestro Padre celestial, diciendo:


Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra 

  como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación

y líbranos del mal.

Oración conclusiva

V.Concédenos, Dios todopoderoso, que la bienaventurada Virgen María nos obtenga los beneficios de tu misericordia a cuantos celebramos su nombre glorioso. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R.Amén.

Conclusión

1.En la recitación individual, o si el que preside no es un ministro ordenado, se concluye:

V.El Señor nos bendiga, 

  nos guarde de todo mal

y nos lleve a la vida eterna.

R.Amén.

2.Si el que preside es un ministro ordenado, bendice al pueblo diciendo:

V.El Señor esté con vosotros.

R.Y con tu espíritu.

V.La paz de Dios, 

  que sobrepasa todo juicio, 

custodie vuestros corazones 

  y vuestros pensamientos 

en el conocimiento y el amor de Dios 

y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R.Amén.

V.Y la bendición 

  de Dios todopoderoso, 

Padre, Hijo

V.+

V.y Espíritu Santo,

descienda sobre vosotros 

  y os acompañe siempre.

R.Amén.

Si se despide a la asamblea se añade:

Podéis ir en paz.

R.Demos gracias a Dios.


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