Vísperas MARTES DE LA IX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

 MARTES DE LA IX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Vísperas

Invocación inicial

V.Dios mío, ven en mi auxilio.

R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

Libra mis ojos de la muerte;

dales la luz que es su destino.

Yo, como el ciego del camino,

pido un milagro para verte.


Haz de esta piedra de mis manos

una herramienta constructiva;

cura su fiebre posesiva

y ábrela al bien de mis hermanos.


Que yo comprenda, Señor mío,

al que se queja y retrocede;

que el corazón no se me quede

desentendidamente frío.


Guarda mi fe del enemigo

(¡tantos me dicen que estás muerto!...).

Tú que conoces el desierto,

dame tu mano y ven conmigo. Amén.

Himno latino

Tellúris ingens cónditor,

mundi solum qui éruens,

pulsis aquæ moléstiis,

terram dedísti immóbilem,


Ut germen aptum próferens,

fulvis decóra flóribus,

fecúnda fructu sísteret

pastúmque gratum rédderet:


Mentis perústæ vúlnera

munda viróre grátiæ,

ut facta fletu díluat

motúsque pravos átterat,


Iussis tuis obtémperet,

nullis malis appróximet,

bonis repléri gáudeat

et mortis actum nésciat.


Præsta, Pater piíssime,

Patríque compar Únice,

cum Spíritu Paráclito

regnans per omne saéculum. Amen.

Salmodia

Ant. 1. El Señor da la victoria a su Ungido.

Salmo 19

Oración por la victoria del rey

Cuantos invoquen el nombre del Señor se salvarán (Hch 2, 21).


Que te escuche el Señor el día del peligro,

que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;

que te envíe auxilio desde el santuario,

que te apoye desde el monte Sion.


Que se acuerde de todas tus ofrendas,

que le agraden tus sacrificios;

que cumpla el deseo de tu corazón,

que dé éxito a todos tus planes.


Que podamos celebrar tu victoria

y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;

que el Señor te conceda todo lo que pides.


Ahora reconozco que el Señor

da la victoria a su Ungido,

que lo ha escuchado desde su santo cielo,

con los prodigios de su mano victoriosa.


Unos confían en sus carros,

otros en su caballería;

nosotros invocamos el nombre

del Señor, Dios nuestro.


Ellos cayeron derribados,

nosotros nos mantenemos en pie.


Señor, da la victoria al rey

y escúchanos cuando te invocamos.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

Ant. 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Salmo 20, 2-8. 14

Acción de gracias por la victoria del rey

El Señor resucitado recibió la vida, años que se prolongan sin término (S. Ireneo).


Señor, el rey se alegra por tu fuerza,

¡y cuánto goza con tu victoria!

Le has concedido el deseo de su corazón,

no le has negado lo que pedían sus labios.


Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,

y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.

Te pidió vida, y se la has concedido,

años que se prolongan sin término.


Tu victoria ha engrandecido su fama,

lo has vestido de honor y majestad.

Le concedes bendiciones incesantes,

lo colmas de gozo en tu presencia;

porque el rey confía en el Señor,

y con la gracia del Altísimo no fracasará.


Levántate, Señor, con tu fuerza,

y al son de instrumentos cantaremos tu poder.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant. 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Cántico

Ap 4, 11; 5, 9. 10. 12

Himno de los redimidos

Eres digno, Señor, Dios nuestro,

de recibir la gloria, el honor y el poder,

porque tú has creado el universo;

porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.


Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,

porque fuiste degollado

y con tu sangre compraste para Dios

hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;

y has hecho de ellos para nuestro Dios

un reino de sacerdotes,

y reinan sobre la tierra.


Digno es el Cordero degollado

de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,

la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Lectura breve

1 Jn 3, 1a. 2


Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! Queridos, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Responsorio

V.Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

R.Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

V.Tu fidelidad de generación en generación.

R.Más estable que el cielo.

V.Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

Cántico evangélico

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, 

  mi salvador;

porque ha mirado la humillación 

  de su esclava.


Desde ahora me felicitarán 

  todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho 

  obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.


Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.


Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

—como lo había prometido 

  a nuestros padres—

en favor de Abrahán 

  y su descendencia por siempre.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

Preces o intercesiones

V.Alabemos a Cristo, que mora en medio de nosotros, el pueblo adquirido por él, y supliquémosle, diciendo:

R.Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

1.Dueño y Señor de los pueblos, acude en ayuda de todas las naciones y de los que las gobiernan:

que todos los hombres sean fieles a tu voluntad y trabajen por el bien y la paz.

R.Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

2.Tú que hiciste cautiva nuestra cautividad,

devuelve la libertad de los hijos de Dios a todos aquellos hermanos nuestros que sufren esclavitud en el cuerpo o en el espíritu.

R.Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

3.Concede, Señor, a los jóvenes la realización de sus esperanzas

y que sepan responder a tus llamadas en el transcurso de su vida.

R.Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

4.Que los niños imiten tu ejemplo

y crezcan siempre en sabiduría y en gracia.

R.Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

Antes de la petición por los difuntos pueden añadirse intenciones particulares que concluyen con la respuesta propuesta más arriba.

R.Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

5.Acoge a los difuntos en tu reino,

donde también nosotros esperamos reinar un día contigo.

R.Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

Oración dominical

V.Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre:


Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra 

  como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación

y líbranos del mal.

Oración conclusiva

V.Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso, porque has permitido que llegáramos a esta noche; te pedimos que quieras aceptar con agrado el alzar de nuestras manos como ofrenda de la tarde. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R.Amén.

Conclusión

1.En la recitación individual, o si el que preside no es un ministro ordenado, se concluye:

V.El Señor nos bendiga, 

  nos guarde de todo mal

y nos lleve a la vida eterna.

R.Amén.

2.Si el que preside es un ministro ordenado, bendice al pueblo diciendo:

V.El Señor esté con vosotros.

R.Y con tu espíritu.

V.La paz de Dios, 

  que sobrepasa todo juicio, 

custodie vuestros corazones 

  y vuestros pensamientos 

en el conocimiento y el amor de Dios 

y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R.Amén.

V.Y la bendición 

  de Dios todopoderoso, 

Padre, Hijo

V.+

V.y Espíritu Santo,

descienda sobre vosotros 

  y os acompañe siempre.

R.Amén.

Si se despide a la asamblea se añade:

Podéis ir en paz.

R.Demos gracias a Dios.


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