Oficio de lectura MARTES SAN BERNABÉ, apóstol, memoria obligatoria

 MARTES SAN BERNABÉ, apóstol, memoria obligatoria

Oficio de lectura

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la siguiente invocación; pero si empieza con el Invitatorio se omite.

Invocación inicial

V.Dios mío, ven en mi auxilio.

R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

I [II]

¡Guardadnos en la fe y en la unidad,

vosotros, que ya estáis desde el principio

en comunión con Cristo y con el Padre!


¿A quién acudiremos

cuando la fe va herida

sino a vosotros, testigos vigilantes,

que anunciáis con palabra poderosa

lo que era en el principio,

lo que vieron de cerca vuestros ojos

y lo que vuestras manos

tocaron y palparon del Verbo de la vida?


¡Guardadnos en la fe y en la unidad,

vosotros, que ya estáis desde el principio

en comunión con Cristo y con el Padre!


¿En quién descansaremos

la duda y la esperanza

sino en vosotros, cimientos de la Iglesia,

que habéis visto al Señor resucitado,

y oísteis al Espíritu

revelar por el fuego y la palabra

el misterio de Cristo

que estaba oculto en Dios desde los siglos?


¡Guardadnos en la fe y en la unidad,

vosotros, que ya estáis desde el principio

en comunión con Cristo y con el Padre!


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Por los siglos. Amén.

II [II]

Voceros de Dios,

heraldos de amor,

apóstoles santos.


Locura de cruz,

de Dios es la luz,

apóstoles santos.


Mensaje del Rey,

de amor es la ley,

apóstoles santos.


De Cristo solaz,

sois cristos de paz,

apóstoles santos.


Sois piedra frontal

del reino final,

apóstoles santos. Amén.

Himno latino

O vir beáte, Apóstolis

comes labórum dédite

adiútor atque múneris,

laudes precésque súscipe.


   Christi per illos núntios

exórta sunt lætíssima

et veritátis saécula

et pacis atque gáudii.


   Assúmptus et tu caélitus

ad tanta consors póndera,

compar nitéscis glória

potentiáque prómines.


   Tu, seminátor lúminis,

fac sole Christi vívido

virére ubíque gérmina

cæli replénda ad hórrea.


   Simúlque cum primóribus

summo astitúrus Iúdici,

da nostra solvi débita,

nos da fovéri grátia.


   Christo sit omnis glória

cum Patre et almo Spíritu,

quorum beáti lúmine,

simul fruémur gáudiis. Amen.

Salmodia

Ant. 1. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Salmo 36

La verdadera y la falsa felicidad

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra (Mt 5, 4).

I

No te exasperes por los malvados,

no envidies a los que obran el mal:

se secarán pronto, como la hierba,

como el césped verde se agostarán.


Confía en el Señor y haz el bien,

habita tu tierra y practica la lealtad;

sea el Señor tu delicia,

y él te dará lo que pide tu corazón.


Encomienda tu camino al Señor,

confía en él, y él actuará:

hará tu justicia como el amanecer,

tu derecho como el mediodía.


Descansa en el Señor y espera en él,

no te exasperes por el hombre que triunfa

empleando la intriga:


cohíbe la ira, reprime el coraje,

no te exasperes, no sea que obres mal;

porque los que obran mal son excluidos,

pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.


Aguarda un momento: desapareció el malvado,

fíjate en su sitio: ya no está;

en cambio, los sufridos poseen la tierra

y disfrutan de paz abundante.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Ant. 2. Apártate del mal y haz el bien, porque el Señor ama la justicia.

II

El malvado intriga contra el justo,

rechina sus dientes contra él;

pero el Señor se ríe de él,

porque ve que le llega su hora.


Los malvados desenvainan la espada,

asestan el arco,

para abatir a pobres y humildes,

para asesinar a los honrados;

pero su espada les atravesará el corazón,

sus arcos se romperán.


Mejor es ser honrado con poco

que ser malvado en la opulencia;

pues al malvado se le romperán los brazos,

pero al honrado lo sostiene el Señor.


El Señor vela por los días de los buenos,

y su herencia durará siempre;

no se agostarán en tiempo de sequía,

en tiempo de hambre se saciarán;


pero los malvados perecerán,

los enemigos del Señor

se marchitarán como la belleza de un prado,

en humo se disiparán.


El malvado pide prestado y no devuelve,

el justo se compadece y perdona.

Los que el Señor bendice poseen la tierra,

los que él maldice son excluidos.


El Señor asegura los pasos del hombre,

se complace en sus caminos;

si tropieza, no caerá,

porque el Señor lo tiene de la mano.


Fui joven, ya soy viejo:

nunca he visto a un justo abandonado,

ni a su linaje mendigando el pan.

A diario se compadece y da prestado;

bendita será su descendencia.


Apártate del mal y haz el bien,

y siempre tendrás una casa;

porque el Señor ama la justicia

y no abandona a sus fieles.


Los inicuos son exterminados,

la estirpe de los malvados se extinguirá;

pero los justos poseen la tierra,

la habitarán por siempre jamás.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Apártate del mal y haz el bien, porque el Señor ama la justicia.

Ant. 3. Confía en el Señor y sigue su camino.

III

La boca del justo expone la sabiduría,

su lengua explica el derecho;

porque lleva en el corazón la ley de su Dios,

y sus pasos no vacilan.


El malvado espía al justo

e intenta darle muerte;

pero el Señor no lo entrega en sus manos,

no deja que lo condenen en el juicio.


Confía en el Señor, sigue su camino;

él te levantará a poseer la tierra,

y verás la expulsión de los malvados.


Vi a un malvado que se jactaba,

que prosperaba como un cedro frondoso;

volví a pasar, y ya no estaba;

lo busqué, y no lo encontré.


Observa al honrado, fíjate en el bueno:

su porvenir es la paz;

los impíos serán totalmente aniquilados,

el porvenir de los malvados quedará truncado.


El Señor es quien salva a los justos,

él es su alcázar en el peligro;

el Señor los protege y los libra,

los libra de los malvados y los salva

porque se acogen a él.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Confía en el Señor y sigue su camino.

Versículo

V.Enséñame, Señor, a gustar y a comprender.

R.Porque me fío de tus mandatos.

Primera lectura

Jos 2, 1-24

Por fe, Rajab, la prostituta, acogió amistosamente a los espías

Del libro de Josué.


En aquellos días, Josué, hijo de Nun, mandó en secreto dos espías desde Acacias, con el encargo de examinar el país. Ellos se fueron, llegaron a Jericó, entraron en casa de una prostituta llamada Rajab y se hospedaron allí. Pero llegó el soplo al rey de Jericó:


«¡Cuidado! Han llegado aquí esta tarde unos israelitas a reconocer el país».


El rey de Jericó mandó decir a Rajab:


«Saca a los hombres que han entrado en tu casa, porque han venido a reconocer todo el país».


Ella, que había metido a los dos hombres en un escondite, respondió:


«Es cierto, vinieron aquí; pero yo no sabía de dónde eran. Y, cuando se iban a cerrar las puertas al oscurecer, ellos se marcharon, no sé adónde. Si salís en seguida tras ellos, los alcanzaréis».


Rajab había hecho subir a los espías a la azotea, y los había escondido entre los haces de lino que tenía apilados allí. Los guardias salieron en su busca por el camino del Jordán, hacia los vados; en cuanto salieron, se cerraron las puertas de la villa.


Antes de que los espías se acostaran, Rajab subió donde ellos, a la azotea, y les dijo:


«Sé que el Señor os ha entregado el país, que nos ha caído encima una ola de terror, y que toda la gente de aquí tiembla ante vosotros; porque hemos oído que el Señor secó el agua del mar Rojo ante vosotros cuando os sacó de Egipto, y lo que hicisteis con los dos reyes amorreos de Transjordania, que los exterminasteis; al oírlo, nos descorazonamos, y todos se han quedado sin aliento ante vosotros; porque el Señor, vuestro Dios, es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra. Ahora juradme por el Señor que, como os he sido leal, vosotros lo seréis con mi familia, y dadme una señal segura de que dejaréis con vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas y a todos los suyos y que nos libraréis de la matanza».


Ellos le juraron:


«¡Nuestra vida a cambio de la vuestra, con tal que no nos denuncies! Cuando el Señor nos entregue el país, te perdonaremos la vida».


Entonces ella se puso a descolgarlos con una soga por la ventana, porque la casa donde vivía estaba pegando a la muralla, y les dijo:


«Id al monte, para que no os encuentren los que os andan buscando, y quedaos allí escondidos tres días, hasta que ellos regresen; luego seguís vuestro camino».


Contestaron:


«Nosotros respondemos de ese juramento que nos has exigido, con esta condición: al entrar nosotros en el país, ata esta cinta roja a la ventana por la que nos descuelgas, y a tu padre y tu madre, a tus hermanos y toda tu familia los reúnes aquí, en tu casa. El que salga a la calle será responsable de su muerte, no nosotros; nosotros seremos responsables de la muerte de cualquiera que esté contigo en tu casa, si alguien lo toca. Pero, si nos denuncias, no respondemos del juramento que nos has exigido».


Rajab contestó:


«De acuerdo».


Y los despidió. Se marcharon, y ella ató a la ventana la cinta roja. Se marcharon al monte y estuvieron allí tres días, hasta que regresaron los que fueron en su busca; por más que los buscaron por todo el camino, no dieron con ellos. Los dos espías se volvieron monte abajo, cruzaron el río, llegaron hasta Josué y le contaron todo lo que les había pasado; le dijeron:


«El Señor nos entrega todo el país. Toda la gente tiembla ante nosotros».

Responsorio

Sant 2, 24-26; Heb 11, 31

V.El hombre queda justificado por las obras, y no por la fe solo. Rajab, ¿no quedó justificada por las obras, por acoger a los emisarios y hacerles salir por otro camino? Por lo tanto, lo mismo que un cuerpo sin espíritu es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver.

R.El hombre queda justificado por las obras, y no por la fe solo. Rajab, ¿no quedó justificada por las obras, por acoger a los emisarios y hacerles salir por otro camino? Por lo tanto, lo mismo que un cuerpo sin espíritu es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver.

V.Por fe, Rajab, la prostituta, no pereció con los rebeldes, por haber acogido amistosamente a los espías.

R.Por lo tanto, lo mismo que un cuerpo sin espíritu es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver.

Segunda lectura

Vosotros sois la luz del mundo

De los tratados de san Cromacio, obispo, sobre el evangelio de san Mateo.

(Tratado 5, 1. 3-4: CCL 9, 405-407)


“Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa”. El Señor llamó a sus discípulos sal de la tierra, porque habían de condimentar con la sabiduría del cielo los corazones de los hombres, insípidos por obra del diablo. Ahora les llama también luz del mundo, porque, después de haber sido iluminados por él, que es la luz verdadera y eterna, se han convertido ellos mismos en luz que disipa las tinieblas.


Siendo él el sol de justicia, llama con razón a sus discípulos luz del mundo; a través de ellos, como brillantes rayos, difunde por el mundo entero la luz de su conocimiento. En efecto, los apóstoles, manifestando la luz de la verdad, alejaron del corazón de los hombres las tinieblas del error.


Iluminados por estos, también nosotros nos hemos convertido en luz, según dice el Apóstol: “En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor; caminad como hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas”.


Con razón dice san Juan en su carta: Dios es luz, y quien permanece en Dios está en la luz, como él está en la luz. Nuestra alegría de vernos libres de las tinieblas del error debe llevarnos a caminar como hijos de la luz. Por eso dice el Apóstol: “Brilláis como lumbrera del mundo, mostrando una razón para vivir”. Si no obramos así, es como si, con nuestra infidelidad, pusiéramos un velo que tapa y oscurece esta luz tan útil y necesaria, en perjuicio nuestro y de los demás. Ya sabemos que aquel que recibió un talento y prefirió esconderlo antes que negociar con él para conseguir la vida del cielo, sufrió el castigo justo.


Por eso la esplendorosa luz que se encendió para nuestra salvación debe lucir constantemente en nosotros. Tenemos la lámpara del mandato celeste y de la gracia espiritual, de la que dice David: “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero”. De ella dice también Salomón: “El precepto de la ley es una lámpara”.


Esta lámpara de la ley y de la fe no debe nunca ocultarse, sino que debe siempre colocarse sobre el candelero de la Iglesia para la salvación de muchos; así podremos alegrarnos con la luz de su verdad y todos los creyentes serán iluminados.

Responsorio

Hch 11, 23-24

V.Al llegar Bernabé a Antioquía y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho, porque era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe.

R.Al llegar Bernabé a Antioquía y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho, porque era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe.

V.Y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño.

R.Porque era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe.

Oración conclusiva

V.Oremos.

Oh, Dios, tú mandaste que san Bernabé, lleno de fe y de Espíritu Santo, fuera escogido para la conversión de las naciones; concédenos que el Evangelio de Cristo, que predicó con valentía, sea fielmente anunciado de palabra y de obra. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R.Amén.

Conclusión

Luego, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.Bendigamos al Señor.

R.Demos gracias a Dios.

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