Laudes MARTES SAN BERNABÉ, apóstol, memoria obligatoria

 MARTES SAN BERNABÉ, apóstol, memoria obligatoria

Laudes

Si las Laudes empiezan con el Invitatorio se omite la siguiente invocación y se dice el himno.

Invocación inicial

V.Dios mío, ven en mi auxilio.

R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

Vosotros que escuchasteis la llamada 

de viva voz que Cristo os dirigía, 

abrid nuestro vivir y nuestra alma

al mensaje de amor que él nos envía.


Vosotros que invitados al banquete 

gustasteis el sabor del nuevo vino, 

llenad el vaso, del amor que ofrece, 

al sediento de Dios en su camino.


Vosotros que tuvisteis tan gran suerte 

de verle dar a muertos nueva vida,

no dejéis que el pecado y que la muerte 

nos priven de la vida recibida.


Vosotros que lo visteis ya glorioso, 

hecho Señor de gloria sempiterna,

haced que nuestro amor conozca el gozo 

de vivir junto a él la vida eterna. Amén.

Himno latino

Bárnabæ clarum cólimus tropaéum,

quo micat celsus mérita coróna,

multa pro Christi veheménter usque

   passus honóre.


   Ábdicans agro, generósus urget

ut, fide vivax ope caritátis,

nóminis plebes nova christiáni

   læta viréscat.


   Quam libens noscit, petit atque defert

máximum Paulum, sócio labóre

Spíritus nutu péragrans fidélis

   lítora multa!


   Nil sibi parcit cupidúsque Christo

plúrimos affert, bonus atque pascit,

donec effúso rútila probátur

   sánguine palma.


   Da, Deus, tanto fámulo rogánte,

nos sequi fortes iter ad salútem,

ut domo ætérna tibi concinámus

   cántica laudis. Amen.

Salmodia

Ant. 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

Salmo 42

Deseo del templo

Yo he venido al mundo como luz (Jn 12, 46).


Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa

contra gente sin piedad,

sálvame del hombre traidor y malvado.


Tú eres mi Dios y protector,

¿por qué me rechazas?,

¿por qué voy andando sombrío,

hostigado por mi enemigo?


Envía tu luz y tu verdad:

que ellas me guíen

y me conduzcan hasta tu monte santo,

hasta tu morada.


Que yo me acerque al altar de Dios,

al Dios de mi alegría;

que te dé gracias al son de la cítara,

Dios, Dios mío.


¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

«Salud de mi rostro, Dios mío».


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

Ant. 2. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

Cántico

Is 38, 10-14. 17-20

Angustias de un moribundo y alegría de la curación

Yo soy el que vive; estaba muerto, y tengo las llaves de la muerte (Ap 1, 18).


Yo pensé: «En medio de mis días

tengo que marchar hacia las puertas del abismo;

me privan del resto de mis años».


Yo pensé: «Ya no veré más al Señor

en la tierra de los vivos,

ya no miraré a los hombres

entre los habitantes del mundo.


Levantan y enrollan mi vida

como una tienda de pastores.

Como un tejedor, devanaba yo mi vida,

y me cortan la trama».


Día y noche me estás acabando,

sollozo hasta el amanecer.

Me quiebras los huesos como un león,

día y noche me estás acabando.


Estoy piando como una golondrina,

gimo como una paloma.

Mis ojos mirando al cielo se consumen:

¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!


Me has curado, me has hecho revivir,

la amargura se me volvió paz

cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía

y volviste la espalda a todos mis pecados.


El abismo no te da gracias,

ni la muerte te alaba,

ni esperan en tu fidelidad

los que bajan a la fosa.


Los vivos, los vivos son quienes te alaban:

como yo ahora.

El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.


Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas

todos nuestros días en la casa del Señor.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

Ant. 3. Oh Dios, tú mereces un himno en Sion. *

Salmo 64

Solemne acción de gracias

Cuando se habla de Sion debe entenderse de la ciudad eterna (Orígenes).


Oh Dios, tú mereces un himno en Sion,

* y a ti se te cumplen los votos,

porque tú escuchas las súplicas.


A ti acude todo mortal

a causa de sus culpas;

nuestros delitos nos abruman,

pero tú los perdonas.


Dichoso el que tú eliges y acercas

para que viva en tus atrios:

que nos saciemos de los bienes de tu casa,

de los dones sagrados de tu templo.


Con portentos de justicia nos respondes,

Dios, salvador nuestro;

tú, esperanza del confín de la tierra

y del océano remoto;


tú que afianzas los montes con tu fuerza,

ceñido de poder;

tú que reprimes el estruendo del mar,

el estruendo de las olas

y el tumulto de los pueblos.


Los habitantes del extremo del orbe

se sobrecogen ante tus signos,

y a las puertas de la aurora y del ocaso

las llenas de júbilo.


Tú cuidas de la tierra, la riegas

y la enriqueces sin medida;

la acequia de Dios va llena de agua,

preparas los trigales;


riegas los surcos, igualas los terrones,

tu llovizna los deja mullidos,

bendices sus brotes;

coronas el año con tus bienes,

tus carriles rezuman abundancia;


rezuman los pastos del páramo,

y las colinas se orlan de alegría;

las praderas se cubren de rebaños,

y los valles se visten de mieses,

que aclaman y cantan.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oh Dios, tú mereces un himno en Sion.

Lectura breve

1 Cor 15, 1-2a. 3-4


Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras.

Responsorio

V.Contaron las alabanzas del Señor y su poder.

R.Contaron las alabanzas del Señor y su poder.

V.Y las maravillas que realizó.

R.Y su poder.

V.Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R.Contaron las alabanzas del Señor y su poder.

Cántico evangélico

Ant. Bernabé salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y se lo llevó a Antioquía, fueron huéspedes de aquella Iglesia e instruyeron a muchos.

Benedictus

Lc 1, 68-79

El Mesías y Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado 

  y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación 

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas.


Es la salvación que nos libra 

  de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró 

  a nuestro padre Abrahán.


Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.


Y a ti, niño, te llamarán profeta 

  del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.


Por la entrañable misericordia 

  de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tinieblas

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bernabé salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y se lo llevó a Antioquía, fueron huéspedes de aquella Iglesia e instruyeron a muchos.

Preces para consagrar a Dios el día y el trabajo

V.Invoquemos a nuestro Salvador, que, al destruir la muerte, iluminó la vida por medio del Evangelio, y digámosle humildemente:

R.Confirma a tu Iglesia en la fe y en la caridad.

1.Tú que, por medio de doctores santos y eximios, has hecho resplandecer de modo admirable a tu Iglesia,

haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor.

R.Confirma a tu Iglesia en la fe y en la caridad.

2.Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, como Moisés, perdonaste los pecados del pueblo,

santifica, por su intercesión, a tu Iglesia con purificación continua.

R.Confirma a tu Iglesia en la fe y en la caridad.

3.Tú que, en medio de los fieles, consagraste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los dirigiste,

llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo.

R.Confirma a tu Iglesia en la fe y en la caridad.

4.Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores,

no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre esté alejado de ti.

R.Confirma a tu Iglesia en la fe y en la caridad.

Pueden añadirse intenciones particulares que concluyen con la respuesta propuesta más arriba.

R.Confirma a tu Iglesia en la fe y en la caridad.

Oración dominical

V.Y ahora digamos todos juntos la oración que Cristo, el Señor, nos ha enseñado:


Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra 

  como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación

y líbranos del mal.

Oración conclusiva

V.Oh, Dios, tú mandaste que san Bernabé, lleno de fe y de Espíritu Santo, fuera escogido para la conversión de las naciones; concédenos que el Evangelio de Cristo, que predicó con valentía, sea fielmente anunciado de palabra y de obra. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R.Amén.

Conclusión

1.En la recitación individual, o si el que preside no es un ministro ordenado, se concluye:

V.El Señor nos bendiga, 

  nos guarde de todo mal

y nos lleve a la vida eterna.

R.Amén.

2.Si el que preside es un ministro ordenado, bendice al pueblo.

V.El Señor esté con vosotros.

R.Y con tu espíritu.

V.La bendición 

  de Dios todopoderoso, 

Padre, Hijo

V.+

V.y Espíritu Santo,

descienda sobre vosotros 

  y os acompañe siempre.

R.Amén.

Si se despide a la asamblea se añade:

Podéis ir en paz.

R.Demos gracias a Dios.

3.Se puede utilizar también la siguiente bendición solemne.

V.El Señor esté con vosotros.

R.Y con tu espíritu.

V.Dios, que os ha edificado sobre el cimiento de los apóstoles, por la intercesión gloriosa de san Bernabé, apóstol, os llene de sus bendiciones.

R.Amén.

Quien os ha enriquecido con la palabra y el ejemplo de los apóstoles os conceda su ayuda para que seáis testigos de la verdad ante el mundo.

R.Amén.

V.Para que así obtengáis la heredad del reino eterno, por la intercesión de los apóstoles, por cuya palabra os mantenéis firmes en la fe.

R.Amén.

V.Y la bendición 

  de Dios todopoderoso, 

Padre, Hijo

V.+

V.y Espíritu Santo,

descienda sobre vosotros 

  y os acompañe siempre.

R.Amén.

Si se despide a la asamblea se añade:

Podéis ir en paz.

R.Demos gracias a Dios.


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