Invitatorio MIÉRCOLES DE LA VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

 MIÉRCOLES DE LA VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Invitatorio

El Invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

Cuando el Invitatorio se antepone a las Laudes, puede omitirse, si se juzga oportuno, el salmo con su antífona y decirse únicamente el versículo Señor, ábreme los labios.

Versículo inicial

V.Señor, ábreme los labios.

R.Y mi boca proclamará tu alabanza.

A continuación se dice el salmo 94 (o bien el salmo 99, el 66 o el 23), en forma responsorial, con la antífona.

Salmo 94

“Invitación a la alabanza divina”

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Heb 3, 13).

Se enuncia la antífona, y la asamblea la repite. En el rezo individual basta con decir la antífona al comienzo del salmo.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Entrad, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón 

  como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres 

  me pusieron a prueba

y me tentaron, aunque habían visto 

  mis obras.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Durante cuarenta años

aquella generación me asqueó, y dije:

“Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso”».

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Salmo 99

“Alegría de los que entran en el templo”

El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio).

Se enuncia la antífona, y la asamblea la repite. En el rezo individual basta con decir la antífona al comienzo del salmo..

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Aclama al Señor, tierra entera,

servid al Señor con alegría,

entrad en su presencia con vítores.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Sabed que el Señor es Dios:

que él nos hizo y somos suyos,

su pueblo y ovejas de su rebaño.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Entrad por sus puertas 

  con acción de gracias,

por sus atrios con himnos,

dándole gracias 

  y bendiciendo su nombre.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

«El Señor es bueno,

su misericordia es eterna,

su fidelidad por todas las edades».

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Salmo 66

“Que todos los pueblos alaben al Señor”

Sabed que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)


Se enuncia la antífona, y la asamblea la repite. En el rezo individual basta con decir la antífona al comienzo del salmo.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,

ilumine su rostro sobre nosotros;

conozca la tierra tus caminos,

todos los pueblos tu salvación.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Que canten de alegría las naciones,

porque riges el mundo con justicia,

riges los pueblos con rectitud

y gobiernas las naciones de la tierra.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

La tierra ha dado su fruto,

nos bendice el Señor, nuestro Dios.

Que Dios nos bendiga; que le teman

hasta los confines del orbe.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Salmo 23

“Entrada solemne de Dios en su templo”

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo).

Se enuncia la antífona, y la asamblea la repite. En el rezo individual basta con decir la antífona al comienzo del salmo.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el orbe y todos sus habitantes:

él la fundó sobre los mares,

él la afianzó sobre los ríos.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

— ¿Quién puede subir al monte 

  del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

— El hombre de manos inocentes

y puro corazón,

que no confía en los ídolos

ni jura contra el prójimo en falso.

Ese recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

— Este es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

¡Portones!, alzad los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va a entrar el Rey de la gloria.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

— ¿Quién es ese Rey de la gloria?

—El Señor, héroe valeroso;

el Señor, héroe de la guerra.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

¡Portones!, alzad los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va a entrar el Rey de la gloria.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

— ¿Quién es ese Rey de la gloria?

—El Señor, Dios de los ejércitos.

Él es el Rey de la gloria.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

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